La pandemia ha tenido un profundo impacto en la salud mental de las personas en todo el mundo, y los periodistas no hemos sido una excepción. En el libro Análisis de la salud mental de los periodistas durante la pandemia de COVID-19 en Ecuador, Perú y Venezuela se revelan hallazgos alarmantes sobre la situación en América Latina.
Los y las periodistas en estos tres países se han convertido en un grupo de riesgo, debido a su constante exposición a eventos estresantes que afectan tanto su salud física como mental. Los principales problemas a los que se enfrentan incluyen la ansiedad, trastornos del sueño y somatización, lo que resalta la necesidad de implementar programas de prevención de factores de riesgo psicosocial en sus entornos laborales. La detección temprana de estos problemas es esencial para que los periodistas puedan acceder a servicios de salud mental adecuados y necesarios.
Uno de los aspectos más preocupantes es el agotamiento emocional, la baja realización profesional y el estrés emocional relacionado con la pandemia, lo que requiere atención prioritaria de las instituciones en las que trabajan los periodistas. La pandemia ha llevado a situaciones de crisis, como la pérdida de seres queridos, la cobertura de emergencias o la exposición a la violencia social y laboral, lo que subraya la importancia de programas de intervención específicos para estos subgrupos.
Además, la depresión y el trastorno de estrés postraumático afectan a una parte significativa de los periodistas estudiados, lo que destaca la necesidad de la prevención, evaluación, detección temprana y atención oportuna. Evitar que estos casos deriven en consecuencias más graves, como el suicidio o el desarrollo de otros problemas de salud mental, es una prioridad crítica.
A pesar de la importancia del periodismo en la sociedad, las investigaciones sobre los riesgos para la salud mental en esta profesión siguen siendo limitadas en América Latina. Por ello, el informe busca crear conciencia sobre la vulnerabilidad de los periodistas y promover cambios en las políticas públicas que mejoren su calidad de vida.
Finalmente, se destaca la necesidad de promover la capacitación preventiva en salud mental en los medios de comunicación y las facultades de periodismo. Complementarla con procesos de acompañamiento e intervención oportuna puede marcar la diferencia en la vida cotidiana de quienes informan y mantienen a la sociedad informada.